BOGOTÁ
Como corola de la cresta andina
En cofre de esmeraldas engastada,
Te coronó Jiménez de Quesada
Con diadema de lampos incrustada
Sobre tu sien, de diosa que ilumina
El águila altanera y la granada.
Fueron doce pajizas enramadas
Al sol y al viento que las vió nacer,
Por las manos de Dios acariciadas
Por Monserrate altivo contempladas,
Y cantarinas fuentes desplomadas
Avizorando un nuevo amanecer
Bochita protector, dios adorado,
Con su bondad como único oriflama,
Cual astro rey de céfiros nimbado
Se esfuma en el azul y eternizado
En farellón de luz precipitado,
Se transformó en altar, el Tequendama.
Y allí surgió como ánfora divina
La Bogotá que roba corazones
La de la eterna noche diamantina
Que cual alegre estrella vespertina,
Atenas es del genio que ilumina
La antorcha de sus ínclitos varones.
Tus estrechas callejas, tus balcones,
Llegaron con la estirpe castellana
Y retazos de sol, cada mañana
Rinden ante tu gracia Sevillana
Sus destellos de luz, tras la ventana
Que engalanan tus épicos balcones.
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